Cuando las imágenes tocan lo real
Georges Didi-Huberman
No se puede hablar del contacto entre la imagen y lo real sin hablar de una especie de incendio. Por lo tanto no se puede hablar de imágenes sin hablar de cenizas. Las imágenes forman parte de lo que los pobres mortales se inventan para registrar sus temblores (de deseo o de temor) y sus propias consumaciones. Por lo tanto es absurdo, desde un punto de vista antropológico, oponer las imágenes y las palabras, los libros de imágenes y los libros a secas. Todos juntos forman, para cada uno, un tesoro o una tumba de la memoria, ya sea ese tesoro un simple copo de nieve o esa memoria esté trazada sobre la arena antes de que una ola la disuelva. Sabemos que cada memoria está siempre amenazada por el olvido, cada tesoro amenazado por el pillaje, cada tumba amenazada por la profanación.
(del texto Cuando las imágenes tocan lo real de Georges Didi-Hubermna)
En estos aspectos se fundamenta la importancia teórica de las imágenes
dialécticas como método para el saber histórico, puesto que proporcionan una
concepción de verdad como fulguración, como relámpago o instante cargado de
verdad. “La verdadera imagen del pasado pasa súbitamente. Sólo en la imagen,
que relampaguea de una vez para siempre en el instante de su cognoscibilidad,
se deja fijar el pasado” (Benjamin, 1971, p. 79). Pero la imagen dialéctica no
devela sino que hace arder el velo, lo abraza y lo consume en un destello sublime
y violento que despierta del sueño del progreso y deja en shock, pues es, incluso,
súbita y violenta, un repentino choque que detiene el flujo continuo y apacible
del tiempo y de las imágenes; es como aplicar el freno de emergencia a la
locomotora del progreso, y en ello consiste su valor revolucionario. La verdad
como fulguración conserva un carácter paradójico y ambiguo, pues para Benjamin
la ambigüedad es propia de la dialéctica detenida; en consecuencia, la imagen, al
ser un instante detenido y fulgurante, no permite aprehender una totalidad, sino
que es un relámpago que deslumbra la mirada, paraliza y golpea el pensamiento
dejándolo en shock:
Al pensamiento no pertenece solo el movimiento de las ideas, sino también
la detención de estas. Cuando el pensamiento se detiene de golpe en
una constelación cargada de tensiones, le imparte un golpe por el cual la
constelación se cristaliza en una mónada. El materialista histórico afrenta
un objeto histórico única y solamente cuando éste se le presenta como
entidad. En dicha estructura reconoce el signo de una detención mesiánica
del acaecer o, dicho de otra forma, de una chance revolucionaria en la
lucha por el pasado oprimido (88).
IMÁGENES
DIALÉCTICAS Y
ANACRONISMO EN LA
HISTORIA DEL ARTE
(SEGÚN Georges
DIDI-HUBERMAN)